¿Qué tiene el Kona que no tenga otro modelo de su clase? El aspecto, para empezar. El frontal con la iluminación de dos pisos es bastante impresionante y el hombre es curvilíneo con unas caderas bastante generosas, estropeadas en nuestra opinión (desde un punto de vista subjetivo, estoy de acuerdo) por los plásticos de protección que son un poco demasiado prominentes en la parte trasera. Es una pena, el Kona no necesitaba tantos trucos.
En cualquier caso, la receta funciona bastante bien porque los transeúntes se giran regularmente sobre el Kona, que mezcla géneros (pilar trasero en forma de aleta de tiburón, luces delanteras de LED que recuerdan al Jeep Cherokee y al Citroën C4 Cactus…), pero el conjunto es coherente y equilibrado. En cualquier caso, el Kona no es el más compacto de los SUV urbanos, ya que mide 4,17 metros de largo y, sobre todo, 1,80 metros de ancho.
Una vez que haya apreciado los más mínimos detalles de diseño, es el momento de entrar y experimentar su primera decepción. La distribución interior contrasta con el estilo atrevido del Kona. El salpicadero es clásico para los habituales de Hyundai, y las únicas inserciones de color que forman parte del reducidísimo programa de personalización no son suficientes para dar un poco de diversión al ambiente excesivamente serio.
Afortunadamente, la ergonomía es excelente y el sistema multimedia es muy sensible y fácil de usar (sobre todo porque herramientas como Apple Carplay y Android Auto están disponibles desde el primer nivel).
El Kona también es una pequeña decepción en cuanto a espacio interior, señala el concesionario de coches segunda mano Crestanevada: correcto en las plazas traseras, pero nada más: el túnel de transmisión para el paso del eje en la versión 4×4 resta espacio y el volumen del maletero es de «sólo» 361 litros, cuando algunos competidores como el Renault Captur ofrecen bastante más de 400 (el francés es 5 centímetros más corto).