La kinesioterapia es el tratamiento de enfermedades y lesiones mediante el movimiento. Es una de las técnicas utilizadas dentro de la fisioterapia y debe ser realizada por un fisioterapeuta bajo prescripción médica. Los objetivos de la kinesioterapia son: mantener una capacidad funcional normal, perfeccionar la respuesta muscular y recuperar los movimientos. También se utiliza para tratar incapacidades como la paraplejia o la tetraplejia.
Existen dos tipos de kinesioterapia: preventiva y curativa. Estas a su vez se dividen en activa, es aquella que realiza el paciente, ya sea en forma asistida, libe o resistida; y pasiva, es decir aquella en la que el paciente no hace nada. Ésta última suele hacerse a nivel articular (presiones, torsiones, flexiones y tracciones).
El kinesiólogo diseña rutinas de ejercicios específicas para cada paciente, de acuerdo a su condición y características. Considerando estos elementos, podrán incluirse en el tratamiento masajes terapéuticos, ultrasonido, frío o calor a través de compresas o luz infrarroja e incluso la estimulación electrónica de la zona afectada.
La kinesioterapia favorece la creación de hueso, aumenta la nutrición a nivel muscular, disminuye la posibilidad de padecer artrosis y mejora la nutrición de los nervios periféricos. Además, aumenta la temperatura corporal, aumenta la riqueza de oxígeno en el organismo y mejora en general el funcionamiento fisiológico.
Asimismo, esta terapia incluye programas de ejercicios diseñados para la promoción de la salud y el control de los factores de riesgo de enfermedades tales como las enfermedades cardíacas.